Resulta que el botín consistía en computadores, dos automóviles, máquinas varias y dinero, además de unos artefactos desconocidos que se veían valiosos. ¡Eran GPS y estaban encendidos!
Apenas los truhanes arrancaron felices, los trabajadores recurrieron a uno de los computadores que quedaron y rastrearon a los “genios” del delito. Apenas los hampones llegaron a su escondite, los afectados denunciaron a la policía el hecho y entregaron la ubicación de los malhechores, con asombrosa precisión.
Al llegar a la guarida de los cacos, la policía encontró solo a uno de los delincuentes durmiendo a pata suelta. Además, hallaron en el lugar los vehículos sustraídos, el dinero y cheques de atracos anteriores. Según la policía el proceso entre la localización y la detención del infeliz tomó apenas 20 minutos.
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